Servir el vino más frío –o más caliente– de lo debido, elegir una mala copa, abrir mal la botella, elegir una botella inadecuada para un determinado plato… Son pequeños errores a la hora de tomar vino que, reconozcámoslo, todos hemos cometido alguna vez y que pueden poner en riesgo hasta el mejor Ribera del Duero.

Es una las grandes denominaciones de origen, apreciada en todo el mundo. 115 kilómetros de terruño bañado por el río Duero en las provincias de Burgos, Valladolid, Segovia y Soria. Y, en el corazón de Ribera del Duero, se encuentran las bodegas de Altos de Tamarón, la marca insignia de Pagos del Rey. Esta bodega elabora dos vinos jóvenes, Altos de Tamarón Tinto, un vino muy expresivo, vivo, sedoso y afrutado; y Altos de Tamarón Roble, igualmente joven, pero con un breve paso por barrica que le aporta toques de vainilla –-propios del roble americano– y taninos suaves.

Añade a estas dos referencias otras propuestas con más cuerpo y recorrido. Así, Altos de Tamarón Crianza exhibe un paladar untuoso y envolvente y un posgusto largo y elegante. Por su parte, el Reserva y el Gran Reserva, tras un largo envejecimiento en barrica de roble americano y francés, y posterior guarda ya en botella, son vinos con más complejos y potentes, pero armoniosos. Si sabemos como disfrutar de todos ellos la experiencia será inigualable. Por eso, hemos de ser precavidos y huir de los errores más frecuentes. Aquí te dejamos algunos de ellos.

Error nº 1: llenar la copa hasta arriba

Fotograma de Memorias de África

No te dejes llevar por la gula y no llenes hasta arriba las copas de vino. Da igual si la copa es más grande o más pequeña, lo ideal es llenarla hasta un tercio de su capacidad. Esto permite poder agitar y girar ligeramente la copa para que libere sus aromas y disfrutar así mejor del vino, con todos sus matices. Es mucho mejor servir una pequeña cantidad en la copa e ir rellenándola cuantas veces sea necesario. Además de ser muy poco cómodo, peligroso (se pueden caer más fácilmente) y de no permitir agitar la copa para extraer todo el aroma del vino, no da buena imagen.

Las copas tipo borgoña o burdeos son las ideales para disfrutar del vino tinto. Pero lo verdaderamente importante es que sean de tallo alto. Cuanto más fino y delicado sea el vidrio, mejor se catará el vino. También es deseable que sean transparentes, sin color, para apreciar bien las tonalidades. Los más puristas incluso descartan las copas de vidrio tallado.

Lo del vaso ni lo vamos a mencionar, porque no entra en la categoría de pecado, sino de sacrilegio. Solo si eres Meryl Streep o Robert Redford y os encontráis en mitad de la sabana de Kenia haciendo un picnic… os perdonaremos tomar vino en taza.

Error nº 2: servir el vino tinto «del tiempo» (lo que suele ser igual a caliente)

Cada vino tiene su temperatura de servicio ideal y ‘del tiempo’ es una generalización demasiado vaga que debemos olvidar cuanto antes. Antiguamente pudo tener sentido, cuando no existían los modernos sistemas de calefacción y las despensas se situaban en una parte de la casa denominada «fresquera».

Ni siquiera es correcto generalizar que el vino blanco se toma frío, de la nevera, y el vino tinto no. Porque no es lo mismo un vino blanco muy ligero y con acidez, que un blanco con barrica, o un vino tinto joven que un tinto gran reserva. Por ejemplo, Altos de Tamarón Tinto se debe servir a entre 15 y 16 ºC. En cambio, Altos de Tamarón Roble, aun siendo un vino joven, tiene una temperatura de servicio un poco mayor, de entre 16 y 17 ºC. El breve paso que tiene por barrica y las notas tostadas de roble así lo permiten. La misma temperatura de servicio, entre 16 y 17 ºC, es la adecuada para el Crianza y el Reserva de Altos de Tamarón. Sin embargo, la temperatura ideal del Gran Reserva de la casa, un vino más complejo, pero equilibrado y armonioso, es de entre 17 y 18 ºC.

Si cuando vas a abrir una botella te das cuenta de que no está a la temperatura adecuada, no te desanimes. Si está a más temperatura de la deseada, lo ideal es enfriar el vino con una cubitera de hielo llena de agua fría y hielo hasta que baje a la temperatura ideal. Si está más frío de lo debido, espera un rato y caliéntalo con tus propias manos, hasta que la temperatura vaya bajando. Evita soluciones rápidas que pueden alterar el vino, como meterlo en el congelador o ponerlo sobre un radiador. Es mejor no buscar atajos.

Error nº 3: no tener en cuenta el maridaje

 

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No quieras dar envidia a tus invitados y comensales sacando a la mesa el vino más caro o un vino gran reserva a menos que tenga justificación en función del menú que vayáis a tomar. No hay mejor manera de estropear un gran vino que con un mal maridaje.

Lo que debes hacer es servir un vino que armonice bien con el menú y, si además les cuentas a tus invitados por qué has elegido cada uno de los vinos que vas a presentar a lo largo de la comida, qué notas aromáticas tienen y por qué consideras que harán una buena armonía con el plato, te los meterás en el bolsillo.

Los vinos tintos más jóvenes son ideales para acompañar arroces con carne, carnes blancas, legumbres, hamburguesas. Aquellos tintos con más barrica, como Altos de Tamarón Roble y Crianza son perfectos para las carnes rojas, quesos curados, barbacoa. El cuerpo de los tintos reserva de Ribera del Duero los hace la mejor opción para asados, estofados, y para la caza. Es el caso de Altos de Tamarón Reserva y Gran Reserva. Ahora bien, recuerda que además de los tradicionales maridajes de afinidad, hay maridajes de contraste que buscan casar gustos muy diferentes haciendo que funcionen. ¡Es como la atracción de dos polos opuestos!

Error nº 4: guardar el vino durante mucho tiempo

Guardar el vino durante mucho tiempo en casa es, en general, una pésima idea. Tanto si es porque estás esperando a una gran ocasión para descorcharlo, como si es por la avaricia de no querer consumirlo, debes pensarlo dos veces. Sobre todo, porque siempre hay ocasiones y motivos para brindar.

Los vinos jóvenes no se deben guardar durante mucho tiempo. No van a mejorar… más bien te arriesgas a que pierdan su expresividad y viveza una vez abiertos.

Los vinos de guarda, es decir, aquellos que han envejecido en las bodegas, en barricas de roble primero y en botella después durante cierto tiempo, pueden seguir evolucionando en nuestra casa. Los puedes conservar durante cierto tiempo, pero sin pasarse. No pretendas descorchar un vino que compraste el año en que nació tu hijo para celebrar su graduación en la universidad. Lo más probable es que esté estropeado.

Bromas aparte, debemos tener en cuenta que en los hogares no podemos controlar la temperatura y la humedad tan bien como lo hacen en las bodegas. Solo si dispones de una vinoteca o una cava de vinos, podrás estar seguro de que tus vinos están adecuadamente conservados.

Error nº 5: abrir un gran reserva al instante… o decantar un tinto joven

Por mucho que quieras usar ese decantador tan bonito que te regalaron en tu último cumpleaños o por mucho que desees, casi con lujuria, que tu vino mejore ganando aromas y matices, debes pensar en que unos vinos requieren ser decantados, y mejoran con el proceso, pero otros no.

Después de pasar años encerrados en una botella, algunos vinos necesitan respirar. Decantar un vino le permite salir de su letargo y recuperar sus aromas y su sabor. Los decantadores son una especie de jarra abombada en la que cabe una botella entera y que están diseñados para dejar una gran superficie de vino expuesta al oxígeno.

No obstante, los tintos jóvenes no necesitan ser decantados. En general, reserva y los gran reserva son los que de verdad necesitan abrirse, porque son, precisamente, los vinos que más tiempo llevan encerrados en una botella. Decantarlos en este caso sí es necesario.

El oxígeno capaz entrar en la botella a través de su cuello no es mucho. Pero si no tienes decantador, puedes abrir la botella entre media y una hora antes de consumirla.

Error nº 6: coger la copa por el balón

Atención, que no todos los errores a la hora de catar y de disfrutar un Ribera del Duero recaen en el anfitrión y en la forma de presentar el vino. A veces, los propios comensales agradecerán alguna indicación suave y educada que les permita degustar ese Ribera que tienen enfrente de la mejor manera posible. Entre los «pecadillos» más habituales de los invitados está el de coger la copa por el balón en lugar de por el tallo.

Ya hemos visto cómo la temperatura es uno de los factores que más pueden afectar a las características de un vino y alterar su sabor y aromas. Y, después del esfuerzo por servir un vino a la temperatura correcta de servicio, sería una pena dejar que se caliente con la temperatura corporal solo por cogerla copa de forma incorrecta.

Error nº 7: dejar la botella abierta hasta la próxima reunión

Desde luego, lo mejor que se puede hacer con un vino abierto es… ¡beberlo! Ahora bien, si tras una comida o una cena sobra vino, ¿qué hacemos? Lo primero que debemos tener en cuenta es que, desde el momento en que abramos una botella, el vino comenzará a perder propiedades hasta que termine por estropearse. De modo que olvida la idea de guardar el vino durante mucho tiempo o hasta la próxima vez que vuelvas a organizar una reunión. No tengas pereza.

Ojo, esto tampoco significa que si sobra vino haya que desecharlo. El vino joven aguantará unos tres días en perfectas condiciones, sobre todo si lo cierras bien con su propio corcho y lo mantienes en un lugar fresco, seco y oscuro. Los más tánicos aguantarán más que los vinos jóvenes. De manera que un vino crianza o reserva lo puede mantener una semana. Lo ideal es ir consumiéndolo poco a poco, durante los siguientes días.

Tampoco está de más desterrar la idea de que el vino solo puede acompañar la comida. Disfrutar de una copa con Altos de Tamarón al cabo del día, en tu sofá, mientras ves una buena película o dedicas tu tiempo a la lectura, puede ser un grandísimo placer.